viernes, 21 de diciembre de 2012

Concursos


En ocasiones, de manera un tanto socarrona, prevengo a mis alumnos acerca de la perentoria necesidad de que se cultiven, de que vayan reluciente y aceitunadamente barnizando la piel de su conocimiento con una dura pátina de cultura general. Les auguro, con afectación histriónica, el advenimiento de un futuro incierto —aunque tan cierto como que las noches suceden a los días— en el que, para poder ganarse la vida, necesariamente habrán de acudir a los platós televisivos de las distintas cadenas para intentar llevarse al bolsillo algún que otro euro.

El azar ha querido que, en una de las últimas emisiones del celebérrimo Atrapa un millón, de entre la infinitud de posibles cuestiones que pueden plantearse en un concurso de preguntas y respuestas, Carlos Sobera plantease la siguiente a sus dos concursantes: "¿Qué frase se atribuye erróneamente a una famosa novela?" Y digo que así lo ha querido el azar, porque esa misma mañana, durante una de mis clases, acerté a anticiparles la información con la que, de estar viendo el concurso, cualquiera de los alumnos hubiese sabido acertar eligiendo, de entre las eventuales respuestas —"Todos para uno, uno para todos", "Elemental, querido Watson" y "En un lugar de la Mancha"—, la del medio.

Pese a todo, me preocupa el hecho de que, mientras no acuden a ganarse ese euro futuro, en el presente, se sientan ante el televisor en el sofá de su casa y reciben como modelo de corrección lingüística lo que tal vez no lo sea tanto. Poco después de hacernos saber que el Sherlock fílmico gasta muletillas que el libresco desconoce, el ordenador del concurso mostraba una nueva pregunta seguida de cuatro opciones de respuesta: "¿Quiénes se saludan juntando las manos a la altura del pecho? Húngaros. Mongoles. Hindús. Italianos." Puedo llegar a entender que la palabra con que se daba la respuesta correcta no fuese "Indios"; no entiendo, sin embargo, que se prefiriese "Hindús" a "Hindúes". La norma culta y todos los manuales de estilo aconsejan que los plurales de los gentilicios acabados en / sea mediante la adición del flexivo -es: magrebíes, iraquíes, zulúes... Ciertamente, el plural "hindús", escrito asín, no es incorrecto; pero tampoco lo es el adverbio modal que acabo de escribir yo y, sin embargo, hubiese sido preferible que hubiese optado por escribir "así" y no "asín". Los medios de difusión tienen una responsabilidad lingüística que han de observar con rigor.

Estoy rematando esta entrada y oigo, proveniente de La Sexta Noticias, que según la NRA (Asociación Norteamericana del Rifle), "A un hombre malo con un arma solo lo detiene un hombre bueno con otro arma". Paroxismo. La estulticia humana en estado supino. Casi me da igual que la flexión de género del indefinido no concuerde con la del sustantivo.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Armagedón

“Me vuelvo a sus antiguos profetas del Viejo Testamento y las señales que predicen el Armagedón, y me pregunto si..., si nosotros somos la generación que verá ocurrir eso. No sé si habrán notado algunas de las profecías recientemente, pero, créanme, ciertamente describen los tiempos en que estamos viviendo.” Ronald Reagan, expresi(puaj)dente de los EE.UU.
Doce del doce del doce. No se me ha ocurrido asomarme a la ventana cibernética para comprobar hasta qué punto confluían, acaso a las doce del mediodía, los varios cumplimientos de profecías visionarias, catastróficos augurios y demás predicciones, maldiciones o advenimientos. ¡Quién sabe!, entre tanta negatividad agorera, tal vez incluso haya habido hueco para alguna que otra vana esperanza.

De todas formas, no sé por qué intuyo que el despliegue apocalíptico ha sido menor a lo que seguramente merece la tan peculiar singularidad de la fecha de hoy. Para apocalipsis, ya tenemos una crisis económica del carajo y un desgobierno pepero que, más que sofocarla o aun mitigarla, parece querer darle pábulo. Resulta obvio que quien intenta sanar a un enfermo antes procura por su fortaleza que por contribuir a su debilitación: ¿a qué, pues, tanto recorte donde más duele?

¡Y ahora, encima, nos sueltan a Wert! Ni el mismísimo Juan, al escribir su Libro de las revelaciones y convertir en él a Roma en la bestia de siete cabezas, fue capaz de engendrar en su imaginario tamaña irracional monstruosidad.

Me estoy temiendo, conforme escribo, que quizá sí haya indicios suficientes de que el fin es inminente. Lo comprobaré enseguida, tras abandonar el teclado y asir el ratón, a punto ya de cumplirse las otras doce, las de la medianoche y las brujas. Aunque, claro, si a esa hora logro estar asomado aún a esta ventana cibernética, bien estará yendo la cosa, pues, en rigor, ya será mañana, día 13. ¡Hmmmm...! Y suerte que ha de ser jueves y no martes, porque uno no da ya para tanto susto con la profecía maya a la vuelta de la esquina de los calendarios.