jueves, 31 de mayo de 2012

Sobre la cristofagia, ¡que es la hostia!

Faustino Cordón Bonet defendió la idea de que el ser humano poco menos que conquistó la civilización gracias a los fogones. La expresión es mía, y se trata de una sinécdoque, claro; pero, sin duda, Cocinar hizo al hombre.

Y total, ¿para qué?, me pregunto. ¿Para que un puñado de tomasmoristas del carajo sientan ahora la necesidad de denunciar al señor Krahe por encender el horno? Cierto es que el plato que el cantante preparaba hacia finales de los 70 no suele incluirse en los menús al uso de los restoranes; pero, después de todo, lo de comerse a Jesucristo, ya llevamos haciéndolo un par de milenios, año arriba, año abajo mediante las hostias. Habremos de concluir, pues, que la ofensa no se encuentra en la ingestión, sino en el horneado. Sin embargo, no puedo evitar que acuda a mi mente una analogía: ¿no ha sufrido también una suerte de cocción entre hostiarios esa oblea consagrada con que recibimos en nosotros —a través de ingestión, repito— a Jesucristo? En ese sentido, Dios es pan —ázimo— y no harina.

En ese sentido; porque, en otro, Dios lo es todo. Es decir, lo mismo es Padre, que Hijo, que Espíritu Santo..., que un plátano a los postres o unos canelones gratinados, los cuales, por cierto, a nadie ofenden, pese a que se someten a una temperatura semejante a la que las monjas conventuales someten sus aún no consagradas obleas.

Tan absurdo como que un creyente denuncie a alguien por cocinar a Jesús, me parecerá que un día alguien denuncie a los creyentes por práctica caníbal en la ingesta de Jesús.

¡Jesús, qué país este! ¡Dejémonos ya de hostias, que no están los tiempos para tantas!

En fin, por si alguien todavía no lo ha visto, aquí dejo el vídeo de la polémica, el cual, por cierto, fue censurado en su momento. Parece ser que, de la Transición a la plena democracia, las cosas no han variado tanto.


NOTA: Pese a que muchos comentaristas destacan del libro de Faustino Cordón la idea de que cocinar permitió que el hombre pasase de ser autótrofo a ser heterótrofo, sensu stricto y diccionario en mano, no acaba de ser cierto. Sin embargo, de ser mineral el crucifijo de Krahe, con esta receta para dos, el hombre alcanzaría por fin el rango de autótrofo.