jueves, 6 de mayo de 2010

DIOS LES COJA CONFESADOS

Este señor de la foto es Leopoldo Abadía todo un fenómeno del fenómeno Internet. Y hace un par de meses escribió el siguiente artículo con más de dos dedos de frente:

Me escribe un amigo diciendo que está muy preocupado por el futuro de sus nietos. Que no sabe qué hacer: si dejarles herencia para que estudien o gastarse el dinero con su mujer y que “Dios les coja confesados”.

Lo de que Dios les coja confesados es un buen deseo, pero me parece que no tiene que ver con su preocupación.


En muchas conferencias, se levanta una señora (esto es pregunta de señoras) y dice esa frase que me a mí me hace tanta gracia: “¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos?” Ahora, como me ven mayor y ven que mis hijos ya están crecidos y que se manejan bien por el mundo, me suelen decir “¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros nietos?”


Yo suelo tener una contestación, de la que cada vez estoy más convencido: “¡y a mí, ¿qué me importa?!” Quizá suena un poco mal, pero es que, realmente, me importa muy poco.


Yo era hijo único. Ahora, cuando me reúno con los otros 64 miembros de mi familia directa, pienso lo que dirían mis padres, si me vieran, porque de 1 a 65 hay mucha gente. Por lo menos, 64.


Mis padres fueron un modelo para mí. Se preocuparon mucho por mis cosas, me animaron a estudiar fuera de casa (cosa fundamental, de la que hablaré otro día, que te ayuda a quitarte la boina y a descubrir que hay otros mundos fuera de tu pueblo, de tu calle y de tu piso), se volcaron para que fuera feliz…y me exigieron mucho.


Pero ¿qué mundo me dejaron? Pues mirad, me dejaron:


1. La guerra civil española

2. La segunda guerra mundial
3. Las dos bombas atómicas
4. Corea
5. Vietnam
6. Los Balcanes
7. Afganistán
8. Irak
9. Internet
10. La globalización

Y no sigo, porque ésta es la lista que me ha salido de un tirón, sin pensar. Si pienso un poco, escribo un libro. ¿Vosotros creéis que mis padres pensaban en el mundo que me iban a dejar? ¡Si no se lo podían imaginar!


Lo que sí hicieron fue algo que nunca les agradeceré bastante: intentar darme una muy buena formación. Si no la adquirí, fue culpa mía.


Eso es lo que yo quiero dejar a mis hijos, porque si me pongo a pensar en lo que va a pasar en el futuro, me entrará la depre y además, no servirá para nada, porque no les ayudaré en lo más mínimo.


A mí me gustaría que mis hijos y los hijos de ese señor que me ha escrito y los tuyos y los de los demás, fuesen gente responsable, sana, de mirada limpia, honrados, no murmuradores, sinceros, leales,…Lo que por ahí se llama “buena gente”.


Porque si son buena gente harán un mundo bueno. Y harán negocios sanos. Y, si son capitalistas, demostrarán con sus hechos que el capitalismo es sano. (Si son mala gente, demostrarán con sus hechos que el capitalismo es sano, pero que ellos son unos sinvergüenzas.)


Por tanto, menos preocuparse por los hijos y más darles una buena formación: que sepan distinguir el bien del mal, que no digan que todo vale, que piensen en los demás, que sean generosos…En estos puntos suspensivos podéis poner todas las cosas buenas que se os ocurran.


Al acabar una conferencia la semana pasada, se me acercó una señora joven con dos hijos pequeños. Como también aquel día me habían preguntado lo del mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos, ella me dijo que le preocupaba mucho más qué hijos íbamos a dejar a este mundo.


A la señora joven le sobraba sabiduría, y me hizo pensar. Y volví a darme cuenta de la importancia de los padres. Porque es fácil eso de pensar en el mundo, en el futuro, en lo mal que está todo, pero mientras los padres no se den cuenta de que los hijos son cosa suya y de que si salen bien, la responsabilidad es un 97% suya y si salen mal, también, no arreglaremos las cosas.


Y el Gobierno y las Autonomías se agotarán haciendo Planes de Educación, quitando la asignatura de Filosofía y volviéndola a poner, añadiendo la asignatura de Historia de mi pueblo (por aquello de pensar en grande) o quitándola, diciendo que hay que saber inglés y todas estas cosas.


Pero lo fundamental es lo otro: los padres. Ya sé que todos tienen mucho trabajo, que las cosas ya no son como antes, que el padre y la madre llegan cansados a casa, que mientras llegan, los hijos ven la tele basura, que lo de la libertad es lo que se lleva, que la autoridad de los padres es cosa del siglo pasado. Lo sé todo. TODO. Pero no vaya a ser que como lo sabemos todo, no hagamos NADA.


P.S.


1. No he hablado de los nietos, porque para eso tienen a sus padres.

2. Yo, con mis nietos, a merendar y a decir tonterías y a reírnos, y a contarles las notas que sacaba su padre cuando era pequeño.
3. Y así, además de divertirme, quizá también ayudo a formarles.

11 comentarios:

  1. Chapeau!
    Noi, quines joies penjes.

    Estic d'acord amb ell amb un 97% (aprox)

    Salut

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  2. Interesante lectura la que dejaste,
    no hay que ser extremistas, depende las posibilidades de cada uno lo que dejarás materialmente, y la formación desde la que das como padre, hasta las instituciones donde envíes a tus hijos, eso es responsabilidad, deber y derecho.

    El tema herencias es complicado, porque la mayoría no tiene ni la más pálida idea de tu esfuerzo, les viene de arriba.

    Y que necesites de los padres seguro es así, yo soy hija de padres separados y sin hogar permanente, me hice sola.

    Pero siendo madre, aprendí a reconocer el 97% de lo que habla Leopoldo Abadía.

    Teóricamente se espera que las generaciones que nos siguen sean mejores, en la realidad que vemos
    en muchos aspectos se degradó.

    Buenísima entrada!
    Un abrazo

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  3. ¡Para quitarse el sombrero!Si Señor

    Cuanto hemos disfrutado leyendo a Leopoldo Abadía.
    Nosotros como no tenemos hijos,pues...sinceramente esa pregunta no nos la hacemos :).

    Un afectuoso saludo y un besazo

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  4. Totalmente de acuerdo...No retiraría uan sola palabra. Es así, de eso hay qeu preocuparse.

    Muchos besos.

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  5. Quiero agradecer este artículo tan reflexivo y por presentarnos a Leopoldo A. que seguro muchos conocerán y habrán otros -como io- que ignoren por completo su existencia. Pero sea como sea, es un texto verdadero y sincero; Es mejor ocuparse que preocuparse, y sobre todo ocuparse de aprender a vivir bien el presente. Criar hijos -y nietos, sobrinos- o niños en general es como criar perros, ambas especies no se preocupan como nosotros, no se estresan inncesariamente, viven el ahora y reaccionan ante las eventualidades de la vida de una forma natural y sencilla. Mejor aprendamos a vivir como ellos y educarnos mutuamente.

    (le cuelgo a mi lista)

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  6. Suelo huir de los libros de autoayuda, de los fenómenos de masas, de las sensateces lógicas. No conozco a este señor más que por ligeras referencias pero no me gusta. Parece que quiere elaborar recetas sencillas para problemas complejos en el nombre de la sensatez, pero la realidad es que se ciernen sobre la humanidad problemas gigantescos como la desigualdad creciente, el desastre medioambiental, el final de los combustibles fósiles, el declive europeo, la inmigración necesaria pero mal entendida por sociedades que nos cerramos, el auge del Islam, los límites de la sociedad de consumo que se tiene con alfileres, un nuevo modelo de desarrollo marcado por el decrecimiento... No es suficiente ser "sensato" para enfrentarse a cuestiones tan difíciles. Y sí me preocupa el mundo que vivirán mis hijas aunque sea también prioritaria la educación que les estamos dando. No concuerdo demasiado con este señor tan sensato. Un cordial saludo, amigo.

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  7. Los problemas sociales acostumbran a ser complejos; por ende sus correspondientes soluciones, también.

    El señor Abadía (u otros: recuerdo no hace mucho el furor con que circuló cierta conferencia en que participaba Emilio Calatayud, juez de menores)sorprende, no por su profundidad analítica, sino, contrariamente, por su sencillez esquemática. No creo que su discurso sea el camino que conduce al norte, el cual puede componerse de multitud de intrincados caminos que discurran por numerosos recovecos, antes bien creo que ejerce de baliza. Antes de saber cómo ir a, conviene saber adónde se va.

    Lo que dice el señor Abadía debiese ser necedad o simpleza decirlo, al estilo de Perogrullo, pero adquiere lustre, porque a fuerza de no decirlo nadie, se nos olvida. Precisamente, ayer me comentaba mi mujer que, en casos así, lo que a ella le sorprende es la sorpresa que ocasionan.

    El resumen ha de ser diáfano: para construir un buen futuro, la mejor opción es disponer de buenos constructores futuros; de ahí, la suma importancia de la educación. Lo cual no implica que los actuales constructores dejemos de intentar construir bien.

    Gracias a todos por vuestros comentarios.

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  8. Bien Juanjo, mi comentario será breve pero sencillo, la educación empieza por uno mismo y por aprender a moderar nuestros deseos y miedos, en saber encontrar la armonía en nuestro fuero interno independientemente de creencias y ideologías, en discernir entre las cosas por las que merece que nos dejemos la piel y las que no. Si somos capaces de cumplir con estos mínimos, el legado que transmitiremos a las futuras generaciones será un regalo con capacidad para construir un mundo más digno, constructivo y cooperativo.

    Hoy reflexionaba sobre el sistema de organización social de las hormigas y llegaba a la conclusión que todavía continuamos siendo una sociedad de mamíferos que han evolucionado gracias a la inteligencia, los contratos, el lenguaje y un mínimo de sentido cooperativo. Pero eso sigue siendo poco si lo que en verdad deseamos, es que la historia no se repita y el mundo más respirable.

    Un fuerte abrazo amigo

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  9. ...hace tiempo quisieron definirnos : el hombre es un lobo para el hombre...quizàs entre licántropos y no licántropos anda la solución de la cuestión...insisto en que aún son posibles los instantes en nuestra Arcadia...a más Arcadias menos licántropos...

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  10. MYSELF, sucede que nuestra evolución ha sido también una revolución. Y, como toda revolución, se nos puede descontrolar. Ese es el peligro. Buena analogía, la de las hormigas. Creo, además, que a ellas ni siquiera les bajan el sueldo un 5% en tiempos de crisis, por muy funcionaria que parezca su labor.

    ANÓNIMO DE LA PIEDRA, no se me había ocurrido pensar nunca que Plauto, primero, y Hobbes, después, nos hubiesen convertido con sus lúcidos apotegmas ni más ni menos que en licántropos. Tendré que revisar mis lecturas vampíricas bajo un enfoque más filosófico. (Seguro que a los lobos tampoco les bajan el sueldo).

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